miércoles, 16 de julio de 2008

Limpió los restos de semen que aun quedaban en sus labios, mientras buscaba algún gesto de aprobación, pero se había dormido. Fue al baño, enjuagó su boca con Oraldine y cepilló sus dientes. Recorrió aquel pasillo, que le pareció eterno, esquivando la ropa que pocos minutos antes había ido cayendo después de ser literalmente arrancada de su cuerpo. Dio la luz de la cocina, cegándola, como apenas unas horas antes lo había hecho aquel que ahora dormía en su cuarto, cuando salía del baño y con una sonrisa encantadora le preguntó su nombre.
Había estado mirándolo durante al menos una hora; camisa azul celeste, ceñida, marcando ese pecho trabajado en el gimnasio durante horas, los vaqueros desgastados, que parecía que iban a por ella en cada golpe del bombo de aquella estúpida canción y una Guiness en la mano. Se dio cuenta que el también la mira mientras reía y comentaba algo con sus amigos. Le chiflaba los hoyuelos que se atisbaban en su cara cuando reía, debajo de aquella barba de tres días, perfectamente cuidada.
Bebió agua, ya no recordaba el sabor amargo de su semen, nunca había hecho algo así, pero esta vez lo trago todo, no pudo decir no, algo le empujaba a satisfacer todos los deseos. Cerró la nevera, ¿Soy Hugo y tu? No sabía que responder, le estaba pasando a ella y sin darse cuenta, estaba riendo con una copa en la mano, mientras el bebía otra Guiness.

Apagó la luz y volvió por aquel pasillo en penumbra, aunque no había mucha más luz que en la esquina de aquel bar, en el que muy pegado a él notaba como se le iba poniendo cada vez más dura. No era capaz de controlar sus manos que de una manera fuerte, casi violenta agarraba su cintura, acariciaban su espalda, provocando un gemido cuando por debajo del vestido logró apartar su minúsculo tanga.

Volvió a la habitación, no se esperaba aquello, parecía tan ardiente, tan apasionado, creía que le gustaba, aunque a juzgar por el grito que soltó cuando se corrió hubiese puesto la mano en el fuego por ello. Ese fuego que aún llevaba dentro, que la estaba achicharrando y que solo pudo calmar con un cigarrillo.

Le miró, buscaba su aprobación, pero seguía dormido, quizás a la mañana siguiente, pero no pudo esperar. Lentamente fue recogiendo el sujetador, se puso el tanga y ajusto el vestido, los zapatos en la mano para no hacer ruido y justo antes de cerrar la puerta, miró hacía atrás, sabía que a esas horas le costaría encontrar un taxi. Buenas noches Hugo, buenas noches.

2 observaciones:

Anónimo dijo...

bonitos y caoticos dejavus ^^


vega*

17 de julio de 2008, 17:00
Anónimo dijo...