miércoles, 30 de julio de 2008

Y mientras se hacía la dura, se iba desnudando. Esa noche no se quitaba la ropa, se quitaba la piel. Esa noche podía ser ella misma, había dado con alguien igual que ella, sin pudor, sin pelos en la lengua. Un tío al que podía contarle como la folló un niño de apenas veinte años el domingo en la última fiesta o como le gustaba que le comiesen el coño.

Y me iba deseando. Por cuarta vez en apenas una semana me invitó a conocer su isla ¿me das techo? pregunté ¿si no te importa compartir mi cama? respondió. Quizás era algo más que una proposición, quizás tan solo la intriga de compartir mesa y cama con aquella persona que a cientos de kilómetros estaba tan cerca de ella. Porque ella, sin saberlo y sin querer saber, quería estar con alguien así, aunque predicase al mundo su independencia, la no necesidad existente de que exista alguien, el embargo de su cuerpo, voluntario, por desear ser desahuciada del polla a polla y disfrutar tan solo de aquella, la única.

Y gritar, de placer, de alegría, del gusto por el gusto, por la atracción, por cada palabra que se escapa y que delataba el palpitar de un pecho despechado de tanto sobón que no sabe mover la cadera, que se corre en diez minutos, que no me des por ahí que a ti no te dejo. Que quiero un alguien, un algo, un más, que harta de tanto poeta nocturno metrosexual necesito que al menos una gota del sudor de tu frente caiga sobre mi frente mientras en el último empujón araño tu espalda, corriéndote dentro de mí.

sábado, 26 de julio de 2008

Uuuuuuuuuf, q polvo, increíble, sin aliento, espectacular, genial, acojonante, impresionante, sin palabras… quiero más

martes, 22 de julio de 2008

¿Qué cojones buscáis la mujeres? No lo sabéis ni vosotras.
Llega una edad, una época, un momento, en el que no tenéis ni idea de si queréis una polla diferente cada noche o un hombro que os proteja.
Me das miedo porque eres un encanto o porque eres un cabrón, si te miro a los ojos acabo desnuda en el suelo de tu despacho y si te miro a la polla me la como sin cuchillo y tenedor.

¡Cómo os gusta escuchar chorradas! tonterías, os encanta ser especiales, únicas, amadas y deseadas, ser la única zorra de mi cama, cuándo sabes que no lo eres.
Te crees lo que te diga con tal de sentirte especial, y yo te digo lo que sea por una mamada más. cómetela, hasta el final, eso es, quiero ver como lo tragas, todo, todo, todo.

Eres una arpía, no más que las demás, pero estás resentida, insegura, quizás te dejó hace poco tu novio, o quizás vas de polla en polla intentando encontrar quién te quiera, pero no te quieres ni tu, esa es la única verdad, y al no quererte te haces vulnerable, eres una presa fácil, sencilla, esas a las que hay que cazar cuando llevas dos copas de vino y no hay nada mejor a tu alrededor. Pon tu cámara y quítate la ropa, que hoy no quiero más de ti.

Me preguntas si te gusto, espera que beba dos copas más de vino y te lo cuento, aunque que más da, si mañana cuando nos despertemos juntos apenas te diré buenos días. Y te crees que estoy pillado por ti, ¿ilusa?

No te sientas especial, quizás como tu haya otras, o quizás no, pero no seré yo quién te lo diga, lo tendrás que descubrir, como otras muchas hicieron, ¿o no? que me importa tres cojones si te folla otro, si la chupas y lo tragas y te desnudas en público. Que no siento por ti más que placer cuando me corro y hasta ahí te quiero, porque al correrme se pasa todo, y todo lo que te cuento no es más verdad que una simple mentira, para llevarte a mi cama o a la tuya, qué más da si te agachas en los baños de Camelot, ¿crees que te pagaré la tintorería?

Disfruto conmigo mismo, tu no me importas, más que para no masturbarme por enésima vez esta semana, y lo más curioso es que te sientes especial, que crees ver en mi ese tipo que te va a dar lo que necesitas: estabilidad, risas, entretenimiento, una familia, un hogar, jajajajaja, me voy a por otra copa de vino.

Qué buscáis, no lo sé, ni quiero saberlo; siempre más que un polvo, siempre más que una noche, siempre una cabeza que asienta, que más da, si solo digo lo que quieres oír y aquí estoy porque he venido, porque he venido aquí estoy, si no te gusta mi canto, como he venido, me voy ¡que rápido eres! para todo cariño, para todo.

miércoles, 16 de julio de 2008

Limpió los restos de semen que aun quedaban en sus labios, mientras buscaba algún gesto de aprobación, pero se había dormido. Fue al baño, enjuagó su boca con Oraldine y cepilló sus dientes. Recorrió aquel pasillo, que le pareció eterno, esquivando la ropa que pocos minutos antes había ido cayendo después de ser literalmente arrancada de su cuerpo. Dio la luz de la cocina, cegándola, como apenas unas horas antes lo había hecho aquel que ahora dormía en su cuarto, cuando salía del baño y con una sonrisa encantadora le preguntó su nombre.
Había estado mirándolo durante al menos una hora; camisa azul celeste, ceñida, marcando ese pecho trabajado en el gimnasio durante horas, los vaqueros desgastados, que parecía que iban a por ella en cada golpe del bombo de aquella estúpida canción y una Guiness en la mano. Se dio cuenta que el también la mira mientras reía y comentaba algo con sus amigos. Le chiflaba los hoyuelos que se atisbaban en su cara cuando reía, debajo de aquella barba de tres días, perfectamente cuidada.
Bebió agua, ya no recordaba el sabor amargo de su semen, nunca había hecho algo así, pero esta vez lo trago todo, no pudo decir no, algo le empujaba a satisfacer todos los deseos. Cerró la nevera, ¿Soy Hugo y tu? No sabía que responder, le estaba pasando a ella y sin darse cuenta, estaba riendo con una copa en la mano, mientras el bebía otra Guiness.

Apagó la luz y volvió por aquel pasillo en penumbra, aunque no había mucha más luz que en la esquina de aquel bar, en el que muy pegado a él notaba como se le iba poniendo cada vez más dura. No era capaz de controlar sus manos que de una manera fuerte, casi violenta agarraba su cintura, acariciaban su espalda, provocando un gemido cuando por debajo del vestido logró apartar su minúsculo tanga.

Volvió a la habitación, no se esperaba aquello, parecía tan ardiente, tan apasionado, creía que le gustaba, aunque a juzgar por el grito que soltó cuando se corrió hubiese puesto la mano en el fuego por ello. Ese fuego que aún llevaba dentro, que la estaba achicharrando y que solo pudo calmar con un cigarrillo.

Le miró, buscaba su aprobación, pero seguía dormido, quizás a la mañana siguiente, pero no pudo esperar. Lentamente fue recogiendo el sujetador, se puso el tanga y ajusto el vestido, los zapatos en la mano para no hacer ruido y justo antes de cerrar la puerta, miró hacía atrás, sabía que a esas horas le costaría encontrar un taxi. Buenas noches Hugo, buenas noches.

jueves, 10 de julio de 2008

La estupidez es algo tan democrático…
está extendido igual entre hombres y mujeres, aunque he de reconocer que los hombres lo disimulamos más. Como ya de por sí parecemos tontos ¿quién dijo parecemos? lo somos.

A las chicas os cuesta disimularlo más, sobre todo en verano, porque la verdad, no solemos haceros mucho caso cuando habláis, ¡no te pongas el escote hasta el ombligo si quieres que te mire a la cara! porque se nos van los ojos sin querer, nos cuesta horrores, aunque te conozca de toda la vida y sepa que cuando te quitas el sujetador te cuelgan como dos pellejos, pero nos da igual ¡que grandes los diseñadores de sujetadores! son un mundo:
con relleno para las que no tienen, ahora ya ni se ven, casi ni se notan y eso jode… quién no se ha quedado con cara de tonto, cuando una vez desnuda la presa de la noche dices ¿dónde están?, si las estaba viendo. Pues son como yo por la noche, hacemos magia, unos polvos y desaparecemos. Pero en serio, es alucinante, como engañan algunos sujetadores, son la leche, si hasta Patricia Conde se pone escotes últimamente en su programa.

Después tenemos esos sujetadores que realzan, que suben el pecho hasta unir cuerpo y cabeza en uno solo, sin que apenas se pueda ver el cuello, ¿dónde le vamos a poner la correa? pero lo mejor o lo peor de este tipo de chicas, todos las conocemos, esas que no es que tengan muchas tetas, a mi con más de dos me dan un asco, esas que son muy muy grandes, esas que no puedes dejar de mirar, esa que quieres tener en tus manos, una en las dos, de otra forma no se puede, esas q son desproporcionadas, ¡que te rompes la espalda mujer! esas que desabrochas el sujetador y se expanden cual gas noble encerrado en un recipiente y encuentra un pequeño resquicio para salir.
Seguro que todos hemos disfrutado de alguna de esas, o tenemos una amiga así, o quizás lo eres, esa chica que llega a la playa, hace topless y se da sombra a su propio ombligo que brutas… esas que desearían tener el pecho medio, ese que va entre la 90 y la 95, que suelen estar bastante bien, sobre todo para las que no llegan a los veinticinco años, pero que hay otras… ¿o produce asco o risa ver a una chica con esa talla, en verano, sin sujetador, con una camiseta o vestido pegadito al cuerpo y el pecho más caído que el valle ese en el que enterraron a “Paco Pistolas”? A mi, las dos cosas, porque es una sensación de “niña mírate al espejo” con “ole tus narices” que hasta te dan ganas de liarte con su amiga, esa que está buena, quitarle el sujetador, y regalárselo a la otra.

Pero que como iba diciendo, la estupidez es democrática, tanto y tan bien repartida, que seguramente pensarás que soy un estúpido, cabrón y gilipollas por escribir esto, pero tu no lo eres menos, por leerlo. Piénsalo.