martes, 16 de febrero de 2010


Ya lo sabía, pero quizás verlo de cerca me lo confirmó.
España está llena de llorones e imbéciles babosos con mucho tiempo libre. Y ahora, me explico, como es natural.

Con lo de llorones me refiero a las supuestas víctimas del terrorismo, o eso dicen ellos, ya que la semana pasada, como sabéis se celebro en Salamanca un congreso de no sé qué hostias, con no sé qué fin, ni que logros se consiguieron. Bueno, lo que consiguieron fue montar un quilombo en el centro de la ciudad, joder el tráfico y las oportunas e injustificadas molestias para quién, como cada día teníamos que seguir con nuestra rutina.
Pero a lo que voy, lo de llorones lo digo, porque, aunque creo, no me ha pasado, ni espero, que debe ser jodido que unos tíos peten la cabeza de un tiro a tu hermano, debe ser jodido que lo retrasmitan por la tele, por la radio y se entere de sus mierdas hasta el más tonto del país. Vaya, me equivoqué, Miguel Ángel Blanco era un santo que no rompió un plato en su vida, aunque si el casquillo de alguna que otra bala.
Pues eso, que hace ya trece años de esta muerte, todos los días muere gente, que ya ha llorado demasiado su hermanita, pobrecita, que pena que da, con los bolsillos llenos de la fortuna hecha a costa de la memoria del mártir de su hermano. Joder, deja de llorar ya, que pareces la única que va de luto en España, que muchas pollas te habrás comido en trece años para seguir recordando tiros y tiros.
Pero lo curioso es que a todas estas pseudovíctimas le pasa lo mismo, me da igual que sean por terrorismo, que la madre de Sandra que Palo le dieron o de las niñas de Alcacer, que ya de eso casi nadie se acuerda, excepto los que pillaron las dos de catorce y la de quince, hace dieciocho años (y hablo de quinielas, malpensados)

Que la vida es muy bonita, jodida, pero bonita, que hay que mirar para adelante, y dejarse de pasado, que los muertos, se queden en los cementerios y los vivos tratemos de solucionar nuestros problemas lo mejor que podamos o sepamos, pero que con el rencor, el único que vive es un servidor, y por eso se ha vuelto tan hijo de puta.

De babosos, Salamanca, me resbalaba, de la mierda que había en el suelo, salida de la boca de aquellos que gritaban ¡Aznar Presidente!, que ya no recuerdan que el único terrorista que había en Salamanca, durante ese congreso o lo que fuese era él. Que manchó el nombre de España ¡coño! con una guerra injustificada e ilegal, únicamente movida por motivos económicos, para otros, porque lo que respecta a España, ni eso.
Que me imagino a Aznar y Bush en el rancho comiendo nachos, de borrachera, como adolescentes que pretenden arreglar el mundo y dicen, ¡vamos a bombardear Irak! ¡no hay cojones! Y van y lo hacen, porque sí, porque había cojones, y muy gordos, para no ponerse colorados cuando en cualquier medio sale un atentado, gente muerta, verdaderas víctimas del terrorismo, pero de un terrorismo disfrazado en mantener nuestro nivel de vida, el status quo, nuestros pies calientes y sus bolsillos llenos.