martes, 30 de junio de 2009

Estamos en veranito, el calor, las piscinas, las minifaldas, los escotes, esos morenitos sugerentes, todo eso que mola, porque el verano, mola, pero ¿dónde están las tías buenas en Salamanca? Joder, si es que no queda ninguna, o eso, o me las he follado a todas y ya no me llaman la atención.

Dónde está esa desconocida que te la cruzas por la calle y te quedas mirando como un tonto, o el pivón que te encuentras en un bar a las tres de la mañana y le tienes que entrar porque es no te queda otra opción de lo buena que está.

Quizás la última tía buena me la zumbé hace un año, quizás más, ya ni recuerdo, quizás es que he perdido el gusto por la belleza o simplemente es que no están. Pero en lo que va de veranito, ni una tía, pero ni una sola, pasa del siete, siendo generoso.

¿Y los tíos? Esa es otra, porque vaya “figuras” que te encuentras por ahí. Quitando algún raro espécimen, entre los que no me incluyo, los demás, damos asco, somos una puta mierda.
El que no tiene pelo, tiene tripa, el otro es feo o no sabe vestir y el que está medio decente, está cogido. Eso o es gay, o quizás las dos cosas, pero no hay tíos buenos en Salamanca.

Estamos rodeados de “paletos”, “ganaderos” y “pseudo pijos” que se relacionan con chonis que van de pijas, de pijas que no saben chuparla y por no tener no tienen ni tetas, ni culo ni nada dónde agarrar, de tontas y tontos que no merecen la pena, ya, ni para el polvo de una noche, pues la noche es muy larga y para treinta minutitos que dura el asunto, quién es el valiente que está toda la noche aguantando.

miércoles, 24 de junio de 2009

Lo más duro no ha sido salir del armario, no ha sido contar a quiénes te conocen de toda la vida lo que eres, ni tan siquiera las nulas explicaciones solicitadas por mi familia.

Lo más duro son las miradas de la gente, los cuchicheos, los murmullos. Los interminables interrogatorios, las preguntas incómodas. Casi nadie entiende como puede pasar de coño a polla, así, de la noche a la mañana, repentinamente, sin avisar ¿o quizás avisé? Tal vez fueron los demás quiénes no se fijaron en las señales, en las palabras, en los gestos, en esa camisa, joder que camisa, que nadie más que alguien como yo se atreve a llevar.

¿Cómo a un tío que folla tan bien le pueden gustar las pollas? Esa pregunta me la han hecho varias amigas, estupefactas, como si no pudiesen creerlo, como si de una broma se tratase, incluso alguna, después de mucho tiempo se ha ofrecido a follarme de nuevo, para reconducirme, pero ¿alguna vez fui por el camino correcto?

Lo único que sé, es que por fin me siento liberado, que ya no me tengo que esconder de nadie, ni marcharme de mi ciudad para follar con quién quiera, que mi vida, mi ser y mi mundo están alcanzando la plenitud, y así, quiero vivirlo.

A aquellos que reivindican su vida, a cuatro días de su semana.

lunes, 1 de junio de 2009

Hay quién quiere y no puede, hay quién puede y no quiere, quién ni una cosa ni otra, ni todo lo contrario, hay quién hace lo que le da la gana.

Pertenezco a ese grupo, al del respeto a mi mismo, a nada más que para mi mundo, que es lo que importa, los demás, que se jodan.
Me gusta sentirme querido, adorado, venerado, incluso me va el peloteo más absurdo y sin sentido, que me chupen los huevos, me gusta. Soy el dios de un mundo fabricado para mi, por encima del bien y del mal, por debajo de nadie, superior a cualquiera y sin duda, superior a ti que lees esto.

Nadie de los que conozco ha llegado a este nivel que he alcanzado, no hay ser humano que se aproxime tanto a lo divino, yo lo paso. Los hay más guapos, más altos, más fuertes, incluso alguno, más listo, con más polla, con más dinero, con más amigos, pero ninguno lo tiene todo, como lo tengo yo.

Unos dicen que son, otros lo parecen, otros tratan de parecerlo, yo, simplemente lo soy. Voy por delante de ti, me muevo más rápido, también me corro más rápido, eso es cierto, pero me quedo a gusto, muy a gustito, cuando te marchas, y si te quedas, aguanta mis ronquidos, que como yo, son divinos.