lunes, 28 de enero de 2008

No quiero alguien que me pida explicaciones, no quiero un por qué no me llamas, un dónde has estado o cuándo pasas a buscarme.
No quiero un dónde te has metido, un te veré esta noche o por qué vienes borracho.
No quiero celebrar tu cumpleaños, ni regalos obligados, no quiero las mentiras de compasivas ni miradas complacientes ni caricias aburridas.
No quiero que me hables mientras follamos, ni abrazarte después, ni besar tu boca, después de chupar mi polla.
No quiero saber tu vida, ni que me cuentes tus problemas, o si en el curro te va mal.
No me hace falta conocer a tus amigas, invitarte al cine o salir a bailar.
No quiero echarte de mi casa, ni mentir para que te vayas, diciendo que no te puedes quedar.

No quiero llantos de bebes, ni cambiar un pañal ni comprar un potito.
No quiero elegir un nombre, un carrito de diseño o ropa de premamá.
No quiero conocer a tu familia, darle un beso a tu abuela, esa q huele mal.
No quiero las vacaciones contigo, ni un fin de semana solos ¡no te voy a aguantar!
No quiero una boda por la iglesia, tu de blanco y yo con frac.
No quiero espiga ni viaje, ni arras, ni promesas que no van a durar.
No quiero mentirte diciendo, que la muerte nos separará.
No quiero más que una noche, sólo eso, nada más.

Dedicado a las que se enamoran después de un par de polvos.

jueves, 24 de enero de 2008

Leyendo los comentarios que dejáis en cada uno de los artículos, se me presentan tres cuestiones, dos matizaciones y una reflexión:

En primer lugar, ¿no entiendo cómo quién me lee, lo hace con la intención de juzgarme, con la intención de analizar cada una de las frases que escribo, como si en cada una de ellas me retratase?

En segundo lugar, ¿a quién cree q me conoce o dice que me conoce, al menos podría tener el valor de mostrarse ante todos, para que de esa manera, todos los que leen lo que escribo tengan la capacidad de réplica?

En tercer lugar, ¿por qué existe entre la mayoría de los que escribís comentarios un complejo de inferioridad y falsa humildad q no os hará más que ser meros comparsas en esta vida?


La primera matización corresponde a lo q escribo. Lo hago porque me da la gana, porque me relaja, porque me permite expresar lo que quiero decir y lo digo como quiero.
Lo que leéis aquí es tan sólo una pequeña muestra de algo mucho más extenso, que afortunadamente me lo guardo para mí y que es mío.

La segunda matización, gira sobre los contenidos, hablo sobre lo que veo, sobre cosas cotidianas y las sensaciones que me provocan. Pero también hablo de lo que pasa por mi mente, que por suerte para mi, es mucho más compleja que la vuestra, relatos totalmente fantasiosos, inventados, con la única intención de provocar a quién lo lee. Parece que lo consigo.

Para finalizar, una pequeña reflexión; si alguno de los mentes preclaras que esconden su identidad detrás del anonimato que ofrece el blog, ha leído La Catedral del Mar, pensará que Ildefonso Falcones es un cura, católico y apostólico, quizás alguno se lo imagine con sotana y todo, pero ¿es una novela autobiográfica? ¿Un escritor debe relatar sus vivencias, pensamientos e ideología? Vosotros mismos, lo único que puedo deciros es que me da pena que vuestra vida esté tan vacía y carente de emociones, que vuestro mejor momento del día es la crítica por la crítica, de alguien que dice siempre lo que le da la gana y que va a seguir haciéndolo, os guste o no, lo digáis o no, porque los que me conocen, saben que vuestras opiniones me dan igual.

viernes, 18 de enero de 2008

Es generosidad, dar sin pedir nada a cambio, todo lo contrario que un amigo mío. El cabrón cobra unos cien euros por dar y nunca recibe, dice que su culo es sagrado.
Nunca lo he probado, pero realmente es de esas cosas que no me llaman la atención y mira que yo siempre he dicho que lo tengo que probar todo en esta vida, pero una relación homosexual, no lo veo.
Se dice que nos enamoramos de la persona, creo que si fuese cierto nos daría igual que fuese un chico o una chica, como dice el Chivi, chocho que polla, porque te podrías enamorar igual de José que de Pilar. Pero no es cierto, José puede ser el tío más guapo, maravilloso, inteligente, encantador… del mundo, pero te enamorarías antes de Pilar, siendo una perra rastrera que solo te quiere por el interés, y que no se depila.

Es importante depilarse, hoy en día, que mal queda una tía no depilada, todos esos pelos por ahí, te los tienes que quitar de la boca con cara de asco, cuando estás en plena faena, además rasca. Joder, no se quejan ellas que rascas si te dejas barba de tres días, y muchas no te besan ni te acarician porque les rascas?
Bueno, a ti, más que muchas, casi todas, porque con esa cara que tienes, ¿ya no recuerdas cuando llevabas los calcetines blancos? Ya te lo recordé yo antes. Ahora la diferencia es que te pones un traje de Zara, de 130 euros, una camisa negra con dibujitos blancos y grises, y esos zapatos de chúpame la punta, de color marfil, y te piensas que eres metrosexual.
Nene, mírate en el espejo, o no, da igual, para lo que hay que ver.

Ese es un tema, que me gusta, la metrosexualidad. Término acuñado a finales de los 80s principio de los 90s que se puso de moda desde que su “inventor” dijo que Beckham era metrosexual ¿Qué es ser metrosexual? ¿Una filosofía de vida? ¿Una moda? ¿Una forma de llamar la atención?
Yo, por ejemplo, empecé a ir al gimnasio hace doce años, cuando eran pocos los que iban, si bien es cierto que por temporadas, siempre me ha gustado vestir bien, buena ropa, con mis marcas, el pelo cuidado, perfectamente cortado y me depilo desde hace un montón de años.
Vamos, soy un chico al que le gusta cuidarse ¿soy metrosexual? Mucha gente dirá que lo soy otros muchos dirán que no, y mi opinión, pues que más da.

Pero es curioso, ahora los gimnasios están llenos, aeróbic, spinning, cardio, pesas… un montón de tíos buscando el cuerpo que quieren, con su cara no se puede hacer nada, pero eso es otro tema, porque ya me contarás que se puede hacer con la cara del hermano feo de los Calatrava. No importa si te das exfoliante, reafirmante, hidratante de día o de noche, regenerador, contorno de ojos, o lo que quieras, si más guapo no vas a ser. Pues lo mismo pasa con tu cuerpo, podrás ser más delgado, músculos más marcados, sin tripita, pero nene, la belleza está en el interior y de lo que nos enamoramos, es de la persona. Aunque no soy gay.

Pero lo que más me gusta de los metrosexuales es que los ves, los sientes, se nota su presencia.
Es sencillo, habitualmente, y es la imagen que tenemos todos, van con unos vaqueros, ceñiditos, si pueden con algún roto o descosido, desgastados, con una camisetita, con el cuello de pico, que les cae justo hasta el canalillo para marcar pecho, algún colgante, ahora se llevan mucho los rosarios, el pelo, por lo general cortito, con un despeinado muy cuidado y esa americana blanca a juego con el cinturón y los zapatos. Que por cierto, la mayoría de ellos son los únicos que tienen.
Yo tengo unos cuantos, no sé, tendría que contarlos, y zapatitos de color blanco, pues dos pares, porque soy así de chulo, pero para eso hay que valer. No es sencillo ser chulo, ya que también tienes que parecerlo. Pero parecer demasiado chulo te da la imagen de prepotente, por lo que tienes que medir muy bien cual es tu chulería.
Es algo con lo que se nace, que no se puede aprender, algo innato a uno mismo, que se va reafirmando con el tiempo.
Eso si es una filosofía de vida, es un todo en uno, eres tu frente al mundo y el mundo frente a ti que le plantas cara con elegancia.
- Hola buenas tardes
- Buenas tardes caballero, ¿Qué desea?
- Pues mire, he visto su cartel en la puerta y quería que me hiciese un retrato.
- ¿Está seguro?
- Sí claro, por qué lo dice
- Pues porque un retrato suyo, es complicado
- ¿Complicado?
- Si, al menos para mi
- Pero usted no se dedica a hacer retratos?
- Sí, sí, pero mi estilo es realista
- Ya, y qué
- Pues que con su cara tendría que comenzar a tomar clases del estilo cubista
- Disculpe caballero, me está faltando usted al respeto.
- Perdone, no era mi intención, aunque a cualquier cosa lo llaman tener respeto por uno mismo. Bueno, vamos a hacer ese retrato.
- ¿Puedo verlo?
- No está terminado, pero si lo desea
- Esto es una barbaridad, como puede pintar así.
- Mire, si usted es feo yo no tengo la culpa
- Pero hombre, si ha pintado usted un perro atropellado por un camión en la autopista A6
- Es lo que siento cuando le miro
- No esperará que le pague por eso
- Mire, caballero, yo soy pintor y hago mi trabajo perfectamente, de donde no hay no se puede sacar, además pinto lo que me da la gana y si me apetece pintarle a usted como un perro con las tripas fuera pues lo hago ¿acaso voy yo a su oficina a decirle como tiene que robar a sus clientes? Pues entonces no se meta con mi trabajo porque me puedo enfadar y mucho y cuando me enfado
- ¿Qué pasa?

jueves, 17 de enero de 2008

"Jo, tía, que guapa estoy hoy, me queda genial esta camiseta"
¿No os jode la gente que va de guapa?
Me da igual que sea tío, tía, que chimpancé (aunque la mona se vista de seda... prada no lo diseña) lo que me jode, es cruzarte con esa gente que va por la calle como si fuesen los más guapos del mundo, los mejor vestidos y los más deslumbrantes. Gente que tienen un campo de visión tan reducido, que no cogerían un maletín lleno de dinero que está un poquito a su derecha; erguidos, caminando rápido, mirada al frente, como si no existiese nada más que el final de la calle, personas que cuando pasan a tu lado no parpadean, no mueven ni un solo músculo de su cara, modelos cuya pasarela son las aceras de nuestras ciudades.

Pero estos modelos también nos los podemos encontrar en otros muchos lugares: guaperas mirándose en el espejo del gimnasio marcando musculillo, en las tiendas eligiendo modelito o en los bares tomando una copa, porque ese es su estado natural, en los bares. ¿Por qué siempre en todos los bares hay un grupo de tres o cuatro chicas, muy monas y arregladas ellas, pintadas más que una puerta, que tan sólo hablan entre ellas y que miran al resto de personas como serés inferiores?
Grupo de chicas, que por norma general, y que me gusta poco generalizar, no valen, como diría un amigo mío, ni para dar una vuelta (y mira que para eso cualquier bicicleta es buena). Chicas, que no son nada del otro mundo, que en la calle, el parque o la playa, a las cinco de la tarde ni las mirarías, pero que por las noches son las reinas. ¡Como me ponen esas tías! uuum si las pillase, jajaja, seguro que todos conocéis alguna, que tapa sus kilillos de más con camisetas negras, o que para disimular un defecto en la cara ha pasado dos horas por restauración antes de salir a la calle.

Pero si estas tías me ponen, ni que decir de los tios, Maricón me voy a hacer, como diría alguien que conozco, si no fuese porque me dan arcadas cuando me como una polla... jajaja. Pues eso, que ellos si que me ponen, te los puedes encontrar, sobre todo los sábados, en el bar en el que más pachanga ponen, merodeando a algún grupillo de infelices, que no saben la que se les va encima.
Esos zapatos blancos de chupamé la punta, esos vaqueros desgastados, con algún roto imitando a Guti (el del Madrid), esa camiseta de la marca Pittbull o Rottweiller, que más da, y ese cinturón, de piel de lagartija (no les suele llegar la pasta para uno de piel de cocodrilo), esos guapetes que se mueven por las discotecas y bares de nuestra geografía, como si pudiesen elegir entre todas y cada una de las chicas y mirando a los tíos como diciendo, "aquí estoy yo".
Esos y esas me ponen, pero muy enfermo.

sábado, 5 de enero de 2008

Perplejo me quedé la semana pasada, cuándo nos encontrábamos varios amigos en mi casa jugando una partida de poker y recibí la llamada de un amigo que vive fuera y que venía unos días a pasar el fin del año. Después de la típica conversación de ascensor, cómo estás, qué tal te va, y tal y cual, le dije, vente a casa y únete a la partida que estamos aquí todos.
Atónito al escuchar su respuesta, diciéndome me quedo en casa, que xxxxxxxx (su mujer) se va a acostar porque tiene algo de gripe, me pondré una peli y mañana nos vemos.
Sin decir nada más que hasta mañana, colgué el teléfono, pensando que hace apenas 6 meses, antes de la boda, habría venido a jugar la partida y habría traído él las cervezas.

Esto me da que pensar ¿tanto cambiamos los tíos cuando estamos con una chica? La verdad que es increíble, somos otros, o mejor dicho, son otros, si yo cambio por favor, que alguien me lo diga. Cambian nuestros gustos musicales, nuestra forma de vestir, de hablar, ya no somos ultras de nuestro equipo de fútbol y nuestros amigos pasan a ser conocidos.
Es tremendo, somos otros, somos unos calzonazos “si cari” “cómo tu quieras” “cómo tu digas”

Pero a mi los q realmente me joden, me sacan de quicio son aquellos tíos formalitos, que no han roto un plato en su vida, q jamás se han emborrachado y cuando salen con sus colegas se beben hasta las copas de los árboles, se desmadran, le entran hasta a las feas e fuman porros, e incluso, se ponen camisetas!!! Son los típicos que te dicen al final de la noche o al día siguiente “A María no le digas nada” ¡¡Pero qué le voy a decir!! Que su novio es un imbécil, que es un calzonazos o que es un hipócrita que no tiene los cojones de decirle a su novia, ME GUSTA LA FIESTA, SALIR CON MIS AMIGOS Y PONERME CAMISETAS.
¿qué crees qué te va a decir tu novia? “Jo, cari, eres super extraño por querer salir con tus amigos, te pasas, te pasas, te pasas” pero tío, que se supone que tiene una edad, que no es una modosita y que ella se habrá corrido sus fiestones antes de estar contigo. Que no es la princesita Leticia (anda que ponerse la Z, mira que hay q ser pija), que es una tía como otra cualquiera y que te quiere, si eso es posible, tal y como te conoció, borracho en una discoteca.

En fin, que calzonazos, quizás lo hemos sido todos alguna vez, o tal vez, lo seamos en un futuro, aunque si algo tengo claro, es q quién quiera estar a mi lado (la que tenga cojones q lo diga) tendrá q aceptarme con mis trajes y mis camisetas.

viernes, 4 de enero de 2008

Y aunque no lo quiera estoy aquí, porque vuelvo siempre que necesito charlar conmigo mismo, porque solo escribo cuando no miro los labios de tus ojos, ni los ojos de tus manos.
Es una sensación de frustración, desengaño, mala hostia, es una sensación tan extraña, que no me extraña nada estar así, ni de ninguna otra manera, pero es lo que hay.

Porque las cosas pasan sin saber que , y teniendo cuatro en cinco días pierdes tres y no te recuperas, porque aunque siempre te queda una, echas de menos al resto.

Hoy tengo ganas de estar solo, de coger la guitarra que no tengo y cantar algo, de escuchar la noche en el parque, de mirar al cielo.
Hoy, a esta hora del día mientras pienso en veinte cosas al mismo tiempo, mientras no sé que escribo, ni que apenas leo, ni tan si quiera me concentro.

Tan bajo como un niño, tan grande como el silencio de mi despacho, de mi inocencia perdida a golpe de talonario.
El dinero fue lo que te perdió, o a mi, o a ambos, no lo sé, pero fue así. La ambición, las ganas de comernos el mundo, la tristeza de los ojos en el aeropuerto.

No puedo, sino derramar una lágrima, sino perder el tiempo en ti, en tu ausencia, en la mitad de mi fortuna perdida, en la rubia que pasa bajo mi ventana, porque de eso se trata, de una rubia.
Y no sé si supe hacerte feliz, o si al menos lo intenté no sé si algún día lo haré o si ya no hay marcha atrás, porque sé que hay tiempo que no volverá.

El tiempo, cada vez que respiro son segundos que se esfuman, que pasan, lenta y pausadamente, y mientras miro el humo del cigarrillo que se consume en mi cenicero, te escucho, te veo, te echo de menos.

Quizás sea tarde, quizás estas lágrimas que se resisten a brotar no sean por ti sino por mi, por lo que hoy no veo, por lo que busco y no encuentro.

Es una forma esta, como otra cualquiera de romper el alma, de sentirme mejor conmigo mismo, pues como bien sabes, mi fuerte siempre fue mi yo.
Y aunque ahora me tengo que marchar no quiero necesito contarte esto, a ti, que siempre me escuchas, que solo tu sabes que siento, que pienso, y como lo digo.
Quiero, lo que no tengo, eso lo tengo claro, y lo busco en los lugares en los que sé que no lo encontraré, porque el único lugar donde está lo que quiero, no sé como llegar hasta el, y eso me rompe el alma.

Y aunque las palabras fluyen, sin sentido, sin necesidad de corregir una sola línea de estas líneas, parece que tienen sentido, que a veces merece la pena descubrir lo que hay dentro y mostrárselo al portátil que siempre me acompaña.

Hoy no me sale ponerme cínico, ni sarcástico, hoy no puedo, y la verdad que no sé por qué es, si todo me va bien, si todo es como esperaba, si tengo a quien quiera tener si no me falta nada, excepto el punto de apoyo para mover el mundo y aún sin ese punto de apoyo lo voy moviendo despacito.

La cuestión es, lo muevo en la dirección que quiero, o en la que me obliga.
Solo me falta el ritmo, las ganas, el espíritu, el saber que mi éxito no es mío solo que existe un sueño y que se cumple tal y como lo he soñada y con esa rabia me muevo.