lunes, 23 de junio de 2008

Ayer me acosté con la prima de Tamara Falcó, interesante experiencia, no tan pija como aparenta y menos modosita de lo que cabría esperar, más bien todo lo contrario. Debajo de un vestido nonísimo, su reloj de Tous y su apariencia de niña buena, se esconde una chica interesante y hasta casi sorprendente.
Aunque quizás una de las cosas que más me llamó la atención fue su sujetador de cierre imposible, sofisticado, elegante, de esos que nunca se pondría una de esas chonis que tanto proliferan en estos días que empieza a quemar el sol.

Todos tenemos la imagen de la chini, esa Belén Esteban diciéndole a Andreíta que se coma el pollo, esas participantes de Gran Hermano, esas chicas que nos cruzamos por la noche en muchos de los bares de nuestra ciudad ¿Dónde se meten por el día? Porque yo no las veo, no veo a esa tía que me crucé el sábado, con un pantaloncito más corto que mis boxers, ese que marca pantalón el culo y no al contrario, un corpiño granate, de fulana de Moulin Rouge y unos zapatos negros abiertos, de tacón exagerado, que al dar el cuarto paso, justo en la puerta del Cum Laude se salió como por arte de magia de su pie, llegando hasta Leonardo. Lo que nos pudimos reír y lo mal que lo pasó la pobre; sí que te miramos a tí, y para coger el zapato nos enseña el escote como diciendo que os parecen, y nos reímos aún más, mutis por el foro.

Pues como esa, las dos amigas que la acompañaban ¡Vaya estampa! Y caminando, desde la Plaza Mayor hasta la terraza del Clavel 8 nos cruzamos con unas cuantas así, sacadas de una película arrabalera del cine español de los 80, pero con una capa asfáltica de maquillaje en sus caras, una ropa chillona, llamativa, brillante en sus colores decadente en el gusto, esos tintes en el pelo ¿a qué peluquería van, a una canina? y lo típico, inconfundible e inherente a estas chonis son, los anillos, pulseras y cadenas, todas de oro, brillantes, cuantas más mejor ¿Qué las compran al peso?

Vaya elementas las cinco que había en la mesa de al lado, si tuviese que elegir, no sabría a cual matar primero, pero para hacerles fotos y ponerlas como ejemplo en las escuelas de diseño.
¿Dónde van? ¿A quién quieren engañar? Porque además, VAN, son la leche, caminan como perdonándote la vida, como si fuesen las diosas que has estado esperando durante toda tu vida, como si pudiesen entrar en un bar, mirar al tío que les gusta y decirle, tu a mi cama y sin rechistar. Es divertidísimo verlas, como se mueven, como caminan, como los babosos que campean por las noches de verano pierden el culo por ellas.
¿Nunca habéis visto a los dos tipos montados en un coche, con música bacalao, esa de la época de Chimo Bayo o flamenco a todo volumen y porque no da más, bajar la ventanilla y decirle a una de estas chica ¡¡¡¡¡EHHH MONTA EN EL COCHE QUE TE VOY A MONTAR A TI!!!!! Pero tío, cuándo una chica se ha montado en tu coche después de gritarla como si fuese la oveja de tu madre. Es una táctica que nunca he utilizado para ligar, pero que no creo q funcione ¡¡¡eeeeeh morena, ven p´acá que te voy alegrar la noche!!! como no sea empotrando tu coche contra un par de farolas.

Porque de estos tíos, hay muchos, demasiados, aunque no vayan en coche, ni griten al mismo tiempo que bajan su ventanilla. Tíos que se quedan como tontos mirando el primer escote que ven pasar delante de sus narices, sin preguntar si quiera eso de ¿tienes coche? No, ¿y camión? Porque de camiones descapotados está la ciudad llena con este calor que hace, insoportable un lunes como hoy a las cinco de la tarde con la corbata puesta, camiones, autobuses, trenes, patas más grandes que mi cintura embuchadas en minifaldas horrorosas pasadas de moda y babosos dejando el suelo resbaladizo, pringoso y con la boca abierta mirando el suave vaivén de esas cosas al andar.

Tíos que a las doce de la noche se emocionan tan sólo con el suave trotar de la potranca decorada con pulseras y cadenas cual árbol de navidad, pero que a las cuatro de la madrugada venderían su alma al diablo, e incluso a mi, por poder tan sólo, disfrutar de un instante, de un mísero e increíble roce, con el pantaloncito de la choni del zapato volador, roce, necesario e imprescindible para tener un pensamiento de lo que puedo haber sido y nunca será, antes de poner perdido el calcetín utilizado para masturbarse.

Y ante este panorama que podemos hacer, reírnos, mucho, reírnos más y llamar a la prima de Tamara Falcó, que al menos tiene estilo.

1 comment

Anónimo dijo...

pero bueno, yo solo digo que la gente que escriba, joe! que se esfuercen en escribir un poco la menos con la ortografia. Duelen los ojos de ver "lellendo" "conocco" o "judgados".... no me estraña que las mandases a la mierda nuel, lo viste antes que nadie...

yo no te odio!

27 de junio de 2008, 0:12