viernes, 4 de enero de 2008

Y aunque no lo quiera estoy aquí, porque vuelvo siempre que necesito charlar conmigo mismo, porque solo escribo cuando no miro los labios de tus ojos, ni los ojos de tus manos.
Es una sensación de frustración, desengaño, mala hostia, es una sensación tan extraña, que no me extraña nada estar así, ni de ninguna otra manera, pero es lo que hay.

Porque las cosas pasan sin saber que , y teniendo cuatro en cinco días pierdes tres y no te recuperas, porque aunque siempre te queda una, echas de menos al resto.

Hoy tengo ganas de estar solo, de coger la guitarra que no tengo y cantar algo, de escuchar la noche en el parque, de mirar al cielo.
Hoy, a esta hora del día mientras pienso en veinte cosas al mismo tiempo, mientras no sé que escribo, ni que apenas leo, ni tan si quiera me concentro.

Tan bajo como un niño, tan grande como el silencio de mi despacho, de mi inocencia perdida a golpe de talonario.
El dinero fue lo que te perdió, o a mi, o a ambos, no lo sé, pero fue así. La ambición, las ganas de comernos el mundo, la tristeza de los ojos en el aeropuerto.

No puedo, sino derramar una lágrima, sino perder el tiempo en ti, en tu ausencia, en la mitad de mi fortuna perdida, en la rubia que pasa bajo mi ventana, porque de eso se trata, de una rubia.
Y no sé si supe hacerte feliz, o si al menos lo intenté no sé si algún día lo haré o si ya no hay marcha atrás, porque sé que hay tiempo que no volverá.

El tiempo, cada vez que respiro son segundos que se esfuman, que pasan, lenta y pausadamente, y mientras miro el humo del cigarrillo que se consume en mi cenicero, te escucho, te veo, te echo de menos.

Quizás sea tarde, quizás estas lágrimas que se resisten a brotar no sean por ti sino por mi, por lo que hoy no veo, por lo que busco y no encuentro.

Es una forma esta, como otra cualquiera de romper el alma, de sentirme mejor conmigo mismo, pues como bien sabes, mi fuerte siempre fue mi yo.
Y aunque ahora me tengo que marchar no quiero necesito contarte esto, a ti, que siempre me escuchas, que solo tu sabes que siento, que pienso, y como lo digo.
Quiero, lo que no tengo, eso lo tengo claro, y lo busco en los lugares en los que sé que no lo encontraré, porque el único lugar donde está lo que quiero, no sé como llegar hasta el, y eso me rompe el alma.

Y aunque las palabras fluyen, sin sentido, sin necesidad de corregir una sola línea de estas líneas, parece que tienen sentido, que a veces merece la pena descubrir lo que hay dentro y mostrárselo al portátil que siempre me acompaña.

Hoy no me sale ponerme cínico, ni sarcástico, hoy no puedo, y la verdad que no sé por qué es, si todo me va bien, si todo es como esperaba, si tengo a quien quiera tener si no me falta nada, excepto el punto de apoyo para mover el mundo y aún sin ese punto de apoyo lo voy moviendo despacito.

La cuestión es, lo muevo en la dirección que quiero, o en la que me obliga.
Solo me falta el ritmo, las ganas, el espíritu, el saber que mi éxito no es mío solo que existe un sueño y que se cumple tal y como lo he soñada y con esa rabia me muevo.