lunes, 1 de junio de 2009

Hay quién quiere y no puede, hay quién puede y no quiere, quién ni una cosa ni otra, ni todo lo contrario, hay quién hace lo que le da la gana.

Pertenezco a ese grupo, al del respeto a mi mismo, a nada más que para mi mundo, que es lo que importa, los demás, que se jodan.
Me gusta sentirme querido, adorado, venerado, incluso me va el peloteo más absurdo y sin sentido, que me chupen los huevos, me gusta. Soy el dios de un mundo fabricado para mi, por encima del bien y del mal, por debajo de nadie, superior a cualquiera y sin duda, superior a ti que lees esto.

Nadie de los que conozco ha llegado a este nivel que he alcanzado, no hay ser humano que se aproxime tanto a lo divino, yo lo paso. Los hay más guapos, más altos, más fuertes, incluso alguno, más listo, con más polla, con más dinero, con más amigos, pero ninguno lo tiene todo, como lo tengo yo.

Unos dicen que son, otros lo parecen, otros tratan de parecerlo, yo, simplemente lo soy. Voy por delante de ti, me muevo más rápido, también me corro más rápido, eso es cierto, pero me quedo a gusto, muy a gustito, cuando te marchas, y si te quedas, aguanta mis ronquidos, que como yo, son divinos.