jueves, 27 de septiembre de 2007

Ser guapo no tiene mérito, la vida es más fácil, las
camareras te sonríen, las niñas quieren ligar contigo, en las
entrevistas de trabajo lo tienes más fácil, seguro que te
cogen en Zara para trabajar.
Ser feo tiene mérito, porque, ¿Qué nos preguntamos cuando
vemos a una niña impresionante con un guapo? Pues nada, es lo
normal ¿pero cuándo es con un feo?
En ese momento ya empiezan las especulaciones: será gracioso,
buena persona, tendrá dinero y la más habitual, ¿cuánto le
medirá?
Si, porque un feo no tiene derecho propio para estar con una
guapa, tiene que tener algo que no sea común, que sea
terriblemente desproporcionado.
Además, los guapos siempre tienen que ir arreglados,
cuidados, el pelo perfecto, afeitaditos… los feos no, que más
da, tu ponle al Fary una camisa de flores, a que no da el
cante, pues eso.
Lo mismo pasa con las chicas, una guapa, parece que lo tiene
más fácil, aunque pensemos que es tonta, o que ha llegado
27
donde está porque se ha acostado con no se quién. Una fea…
pues lo mismo, imagina a Rosi de Palma casada con Brat Pit.
¿Imposible? Tu que sabes como la chupa Rosi.
Además, que más da que Rosi de Palma se deje el pelo largo o
se rape la cabeza ¿te fijarías?
Vivimos en una sociedad cruel, en la que lo que prima es la
imagen, el que dirán, el voy bien, gustaré, ligaré, prefiero
ser dependienta de tienda o administrativo, en el que el
valor fundamental es la tarjeta de visita y no el negocio que
hay tras ella, y eso me da lástima.
Aunque mi tarjeta de visita sea cojonuda.
Poco a poco te vas dando cuenta de tus preferencias en la
vida, de carne o pescado, ensalada por favor,
que es lo que quieres realmente y como quieres alcanzarlo,
aunque el fin justifica los medios y en el amor, la guerra y
los negocios todo vale. Yo lo voy descubriendo, aunque más
que descubriendo reafirmándolo.
Siempre he querido ser rico, bueno, no exactamente rico, sino
hacer siempre lo que me de la gana, pero para eso tienes que
tener dinero, porque nos gusté o no todo tiene su precio,
aunque no sea económico.
¿Te acostarías con un viejo de 90 años con sida y costras por
todo el cuerpo por un millón de euros? ¿Y si en lugar de
ofrecerte dinero te dicen que si no lo haces matan a todas
las personas que quieres?
¿Matarías por dinero? ¿Y por amor? ¿Y por tu madre?
Todos tenemos un precio, solo hay que saber negociarlo