martes, 30 de septiembre de 2008

Al final al traidor se le acaba pillando.
Cuando desconfías de todo y de todos disparas a lo que se mueve, a lo que sea, sin mirar, a ciegas.
Repeles el ataque atacando, sin importarte las consecuencias, porque lo único que quieres, es mantener tu status, sobrevivir.

Y aparecen, esos llamados daños colaterales, inocentes que tienen que caer en el fragor de la batalla, en una guerra absurda, como todas, pero en la que no hay soldados, ni aviones, ni carros de combate, en la que solo hay víctimas.
Guerras en las que nadie gana y lo único que puedes esperar es no ver cadáveres.

Pero como toda guerra, siempre hay una batalla decisiva, y está por librar y cuando ya sabes quién y qué planes tiene tu enemigo, es más fácil acuchillarlo por la espalda, por sorpresa, que es como más duele, con la suficiente precisión para evitar la reacción y con la rapidez que requieren los caídos para curar sus heridas y que no sean cadáveres.



No puedo decir nada más, me he equivocado contigo y lo más jodido es que no sé como arreglarlo.


a O.G.M. 07*****0

lunes, 29 de septiembre de 2008

El cabrón, el despiadado, el que nunca debió irse, el que nunca se fue. Vuelve el mierda interesado, quién va a por ti hasta que consigue lo que quiere, te utiliza, te usa y te tira.
Vuelve esa escoria, que creías extinguida, aniquilada, ese ser anquilosado, desfasado, de otro tiempo.

Cruel, borde, asqueroso y desagradable, con más fuerza que nunca, pero tan perro como siempre. Cuidado no te acerques, y va en serio, porque me llevaré lo mejor y sacaré lo peor de ti, dejándote tirado en la cuneta cuando no tengas nada que darme, más que tu triste conversación, que me aburre y no me interesa.

Soy ruin, rastrero, chupasangre, parásito, un verdadero hijo de puta, que retrocedió para tomar impulso, y que ahora vuelva alto, muy alto, tanto, que no podrás verlo, ni oírlo, ni siquiera notarlo, pero que cuando te das cuenta, ya se ha abrazado a ti, a tu cuello y está bebiendo tu vida.

Vengativo, rencoroso y traicionero, no me des la espalda, mi puñal entra igual, y esta vez, giraré la muñeca.
A todos aquellos que me daban por muerto

domingo, 28 de septiembre de 2008

Esta tarde, mirando una de esas revistas del corazón que regalan los domingos con la prensa, mientras hacía tiempo para sentarme a comer, ojeándola con desgana, al tiempo que miraba como Fernando Alonso era beneficiado por un accidente de su compañero, curiosa paradoja, llegué hasta un artículo sobre la nueva edición de Gran Hermano, que ha empezado no sé cuando.

Más por el puro morbo, de ver quiénes eran los nuevos proyectos de famosotes, que por el hecho de informarme sobre quiénes eran, descubrí, entre todos ellos a una vieja amiga, de esas que llevas tiempo sin ver y que jamás te preguntas como le irá.
Alguien, con quién en su día hubo alguna que otra risa, tres o cuatro viajes, y varias cajas de preservativos en la papelera, alguien que pasó por mi vida, como lo puede hacer cualquiera.

Y te da por pensar, en toda esa gente, que en algún instante ha coincidido contigo, en la calle, en el bar, en el gimnasio, o en la cama. Alguien, que por mucho o poco tiempo que se quedase, que por mucho que te mirase, o por bien, que en su día lo pasases, ya no está.

Nada tiene que ver la distancia, el tiempo o la muerte, simplemente, desapareció de tu vida, y no me importa si se fue o la eché, si no miró atrás o quiso regresar, si era importante o un mero espectador. Repaso la copia de seguridad que guardo en mi ordenador de todos los contactos, y sorprendido veo nombres, que hace tiempo olvidé: Alfonso y el equipo de rugby, Alicia, Ana o Virginia y los hoteles en Madrid, Auxi y el polvo en su portal, las “Beatrices” que alguna vez llamaron por teléfono, Carolina, Cristina o Clara, las tres eran rubias, hasta siete Elenas y tres Estefanías, Gemma, Gloria, Ignacio, Irene, Isabel o Janire. Juan y los partidos de la facultad, Judith, Laura, Mamen que nunca la mamó o Miguel, al que ya no te volveré a pedir que me pase los Cds. Noelia, me gustaba como cogía apuntes, Nuria, me gustaba como me apuntaba con el dedo, Paz, Pilo y Pilar, Quique, Rebeca o Raúl, Silvia, Silvia, Silvia, Sonia y alguna que otra Susana, Tomás, Teresa, Vanesa o Vicente que quizás siga en Madrid, y por último Zintia, de quién tan solo recuerdo un polvo en casa de sus padres.

De otros muchos, para que nombrarlos, si de algunos ni siquiera recuerdo vuestras caras o vuestra voz y lo mejor de todo, es que ninguno os acordaréis de mi, porque un día, eliminas el número de tu teléfono, borras el e-mail y ese contacto nunca ha existido. La vida sigue, tu continúas hacia tu destino, y otros contactos a tu agenda llegarán, que en tres o cuatro años, volverán, a ese archivo del ordenador, que nunca sabes por qué lo guardas.

viernes, 19 de septiembre de 2008

1. A tus vecinas; porque si le gusta querrá repetir y sabe dónde vives. Que mierda, ya fallé una, dos, tres, seis…
2. A tus compañeras de trabajo; porque aunque no le guste la relación no volverá a ser la misma. Al menos las cenas de empresa en Barcelona se volvieron interesantes.
3. A tus empleadas; dónde tengas la olla no metas la polla. Ya conté lo del baño de Cámelot.
4. A las amigas de tu hermana; te preguntará en casa si pasas de ellas, y se puso muy pesada con las tres.
5. A tus hermanas; hay que ser degenerado pero no tanto.
6. A las hermanas de tus amigos; Porque se pueden molestar si cuelgas su videos en Internet. Lo siento Carlos, Chanche y Josean, sabréis disculparme o no, pero como follan vuestras hermanitas pequeñas.
7. A tus amigas; la mayoría se pueden equivocar, te llaman y no lo coges, que pena que perdiese tantas amistades.
8. A las amigas de tus parejas; porque las tías se lo cuentan todo y Salamanca es muy pequeña, pero como follaba Mónica.
9. A la que tenga las caderas más anchas que tu; porque hay ciertas posturas que jamás podrás hacer, y tus amigos te lo estarán recordando toda la vida.
10. A rollos, presentes o pasados, de tus amigos; porque la carroña es para los pobres, para los desesperados y para quienes se han quedado en el olvido. Y yo, tengo muy buena memoria

domingo, 7 de septiembre de 2008

Quizás esta sea la pregunta de millón, quizás la respuesta sea tan obvia que la pregunta sea estúpida, quizás ya lo sepas, por lo que no sé que haces perdiendo tú tiempo leyendo esto.
Os voy a contar algo que me pasó ayer y que me ha dado que pensar; salí con unos amigos y ganas de pasarlo bien. Llegamos al Burger King, ese que está en la calle Prior, que se le va a hacer, algún día hay que comer mierda, y después de esperar una cola de treinta minutos Isabel, que así se llamaba la chica, me preguntó con cara de mala leche, ¿Qué va quiere tomar? ¡Unas lentejas, no te jode! le respondí, y la tía se enfada, me mira con cara rara, mientras mis amigos con los ojos como platos empiezan a reírse sin saber muy bien por qué. Si no sabes estar cara al público no te pongas, haber estudiado.
Salimos del burger y decidimos ir a tomar una copa a la terraza del Clavel, para no variar, y en mitad de la Plaza Mayor, nos llegan dos tías de estas hippiolas de no sé que ONG y después de soltarme una chapa sobre el calentamiento global, me dice muy amablemente, ¿tendrías cinco segundos para responderme unas preguntillas? Si claro, cómo no. Mientras ella comenzó a hacerme la primera, yo comencé a contar, llegué a cinco y proseguí mi camino. Que hubiese sido más rápida.
Llegamos al Clavel, la terraza llena, como casi siempre, pero encontramos una mesa con tres sillas, Corneto, te quedas de pié. Al rato, nos llega un nene, de estos de dieciocho añitos, con más cara que espalda y al ver mi paquete de Marlboro encima de la mesa, se acerca y me dice ¿tienes un cigarro? Si, ¿no lo ves? respondí con esa sonrisa de cabrón que tanto os jode. Tras unos 15 segundos de incómodo silencio para él ¿me das uno? Cojo la cajetilla, saco un cigarrillo, lo enciendo y después de darle una buena calada y soltar el humo lentamente, le digo NO. El tío me mira mal, a mi, y mientras se va murmura ojalá te entre un mal cáncer ¿por qué te enfadas? si no quieres que te fume no te líes. Total, que a las tres de la mañana nos vamos al Iris Rover a tomar una copita, y entre risa y risa, se acerca una muchachita, de unos veinticinco años, morena, alta, delgada, con un ojo en Cuenca y el otro en Lisboa, pero con dos tetazas de quitar el hipo, pone su mejor sonrisa, se acerca lentamente y me dice Me gustan tus tatuajes ¿me podrías decir lo que significan? Podría hacerlo le respondí, pero si me dices tu nombre, Ana, me llamo Ana, bebo de mi Bombay sapphire con limón sin limón en vaso corto con unas gotas de limón exprimido, la miro y le digo Pero podría no hacerlo y es lo que voy a hacer. Me llama imbécil y se marcha jurando en hebreo, por cierto como mi tatuaje, al lado de sus amigas, y me sigo preguntando ¿por qué se enfada? Te imaginas que llego yo a la chica y le digo, disculpa, esto que está aquí contigo, ¿es un tío o una tía? Es mi amigo imbécil, pues parece Falete (frase de Jose Juan Vaquero) Yo creo que se sentiría incómoda. En fin, que así transcurrió la noche, nos fuimos a coger un taxi ¡joder lo que pesan! y en la parada le pregunté al taxista ¿está libre? No estoy casado ¿a dónde te llevo? A mi casa campeón, a mi casa. Eso me pasa por preguntar.
Últimamente ya no lo digo. No tengo ganas de sentir el espesor del silencio que sigue a la afirmación. Ni de dar la explicación al por qué que le sigue.
Sin embargo ya casi pasados los treinta y mientras muchos de mis amigas, compañeras de facultad se preparan para la maternidad como algo natural la afirmación suena cada vez mas real.Con la fuerza de las convicciones. En realidad siempre lo supe.
Cada vez mas la larga carrera por la maternidad que emprenden tantas mujeres con sus parejas para lograr el sueño del hijo propio (cual si fuera un objeto de consumo) me parece más frívola. Ser madre es ser mártir. La idea de la maternidad me parece cada vez más lejana, cada vez menos propia, cada vez más un concepto social que un deseo real.
Tengo una amiga de 38 años que hizo un tratamiento de fertilidad que le costó unos 10.000 euros. No solo arriesgo la estabilidad económica de su familia sino que arriesgo su propia vida. El tratamiento no tuvo éxito, el día que le vino la menstruación sus padres, hermanos, marido y suegros lloraron. Parecía que se había muerto alguien. Es que la falta de hijos aun en el siglo XXI se sigue viviendo como un fracaso personal.
Casi al mismo tiempo estudiaba Filosofía en Facultad. Hubo un concepto que me ayudo un poco. Una feminista afirmaba que las revoluciones sociales que siguieron a la ilustración y que propiciaron la libertad como concepto básico del Hombre. Esas ideas nuevas y vivénciales que trascienden hasta nuestros días y que cambiaron el mundo para siempre, sucedieron puertas afuera. En los hogares esa revolución nunca se produjo. La sociedad familiar sigue siendo una sociedad con estructura feudal.Entonces no puedo dejar de estar llena de preguntas ¿nacemos las mujeres con el chip de la maternidad instalado? y por lo tanto ¿ todas las mujeres son buenas madres? o ¿es la sociedad las que nos dice que tenemos que querer ser madres? ¿ que pasaría si a los niños se les regalaran muñecos con pañales y las niñas pelotas y soldaditos para luchar?.
Los conceptos de maternidad y paternidad están tan bien diferenciados desde la infancia que llegan hasta la madurez con sorprendente fijación. Los roles no se cambian. Habiendo trabajado en Derecho de Familia puedo afirmar que ser madre es un trabajo de 24 horas los 365 días del año. Ser padre es en la gran mayoría de los casos pagar una pensión alimenticia y aguantar al bicho un par de fines de semana al mes.
Cuando una mujer decide ser madre debería tener bastante claro que debe estar en condiciones de sustentar al retoño por su cuenta porque la ayuda paterna es absolutamente relativa.Todo sin entrar a valorar el hecho de ponerle el cuerpo a la situación por 9 meses, y después transformarse en fuente de ordeñe por un año. Ahora la pregunta es ¿quiero eso para mí? La respuesta es un terminante NO. No es la vida que quiero. Mi madre postergo su vida, su tiempo libre, y su carrera profesional por mi. Ella nació en una época en donde no creo que hubiera otra opción.
Más de una vez me ha dicho que jamás se hizo estas preguntas. Ni hablar mi abuela y sin embargo tengo serias dudas de que la mayoría de mis contemporáneas se lo pregunte.

jueves, 4 de septiembre de 2008

No hay una sola tía, ninguna, absolutamente ninguna a la que no le haya sido infiel. Al final, por mucho o por poco que sintiese, tenía la necesidad, de estar con otras, pero en ocasiones, cuando en cama ajena yacía extrañaba la propia.
Tantas veces me pregunté el por qué, que al final encontré la respuesta que tanto ansiaba, esa solución al enigma, a la cuestión de mi vida, la resolución del por qué si te quería te odiaba, de si me atraías me iba con otra, de si me dabas cariño yo buscaba sexo. Que más da si me hiciste una mamada en el coche a la puerta de tu casa y te lo tragaste todo, a las cinco horas, era otra la que besaba el sudor de mi cuerpo, si me acariciaste el pelo, si me besaste la mejilla, si me fuiste a buscar al trabajo. Que más da, yo quería y no contigo, aunque estuvieses y a veces estabas, hubiese follado delante de ti, o a tu espalda, para que no doliese, porque las buenas puñaladas, se dan por la espalda. Y los que mejor las dan, son esos que se llaman a sí mismos amigos, esos que aconsejan, que buscan lo mejor para ti, cuándo tu estás. Cierra la puta boca, que un día te van a meter una polla como un piano y te van a partir los dientes. Porque ni siquiera eso lo sabes hacer bien, pues cuando tienes que hablar mientes, joder, que para eso hay que saber hacerlo, y no se aprende. Los hombres mentimos, los niños jugáis. Se nace con el don de la mentira, con la espontaneidad de la improvisación, pero tu coeficiente de ochenta y cuatro no te permite esas licencias. Un día te escribí un guión, lo aprendiste o eso creías, pero no lo interpretaste. Te mostré como ser yo, te enseñé principios básicos, la naturaleza del ser humano y el poder de lo divino, pero era un poder demasiado grande para alguien tan insignificante. Pesca, díselo tú: lo que pasa en la noche, queda en la noche. Tu si que sabes, pero tu eras como yo, no tan bueno, pero te aproximabas.
Tan solo he conocido a un tío, solo a uno, que haya estado al nivel, que haya sabido comprender la naturaleza de la mujer desesperada por un hilo de cariño, a alguien que estuvo a la altura de las circunstancias, a alguien, que tan solo unos instantes antes de morir, frente al altar me dijo: SIEMPRE SEREMOS UNOS CRÁPULAS. Joder! que razón tenías y que pena que ya no estés en el comercio de los hombres, 1.271 Código Civil, porque a ti, amigo, quién debería enseñar a quién se hace llamar amigo, a ser amigo, no te puedo contar que me he follado a tu hermana el día de tu boda, porque se lo prometí. Así que me quedo con ese secreto. Tu amigo, que nunca fuiste ni tan siquiera sospechoso de infringir el 485 del Código Penal, que en esas noches de sodomía y amancebamiento, estuviste, tú, enseña al heredero auto abdicado la lección que nunca aprendió. El cetro pesa mucho.
En fin, que los que somos como yo, díselo tu amigo, no nos conformamos con una, pues no queremos a ninguna y deseamos a todas. Buscamos la mera recompensa del Sí, de la aprobación, el gusto de la sangre, quita la cara de asco, que no me gusta follar con la regla, que gusto cuando baja ¿verdad? el placer de la conquista, la alabanza de la plebe. Paletos, quiero ya mi medallón en la plaza. Y ese, solo ese, es el motivo de la infidelidad, de esos cuernos que te queman cuando te entran tan dentro que sin sangrar te matan, porque quién es un puto egoísta de mierda, es quién gana la partida.